"Soy lo que soy": Un manifiesto existencial desde la voz de Jesús Quintero

En el monólogo "Tú di: soy lo que soy", Jesús Quintero no predica. No pontifica. Solo afirma su humanidad. Lo que podría parecer una simple confesión personal, en realidad se transforma en un acto de resistencia interior, una declaración de principios que encaja con las ideas más profundas del existencialismo y, en particular, con el pensamiento de Albert Camus.

Alex González

6/4/20253 min read

Tú di: soy lo que soy

por Jesús Quintero

No estoy aquí para dar lecciones.
No soy juez,
ni la conciencia de nadie.
Mucho menos el verdugo.

No soy una bandera,
ni una Biblia,
ni una Constitución.

Soy sencillamente un hombre.
Un hombre que,
en vista de que no puede cambiar al mundo,
procura, al menos, que el mundo no lo cambie.

Entre mis sueños
no figura ni la gloria
ni el poder.

No he venido a prometer el paraíso.
No he venido a redimir al hombre.
No soy más que nadie,
ni sé más que nadie.

Soy lo que soy.
Sé lo que sé.

Y con eso me basta.

En realidad,
estoy tan confundido como tú.

Analísis:

1. “No estoy aquí para dar lecciones…” – La renuncia al rol del juez

Desde las primeras líneas, Quintero se desmarca del juicio. Afirma no ser juez, ni conciencia de nadie, ni mucho menos verdugo. Esta negación evoca el rechazo camusiano a las verdades absolutas. Para Camus, imponer un sentido universal a la vida es una forma de violencia. Jesús Quintero, al negarse a dar lecciones, abraza la incertidumbre, y asume una posición humilde frente al otro: "no soy mejor, no soy guía". Es, ante todo, humano.

2. “No soy una bandera, ni una Biblia, ni una Constitución” – Desnudez del yo

Con esta frase, Quintero renuncia a ser símbolo, dogma, o ley. Camus, en El Hombre Rebelde, nos advierte del peligro de quienes quieren ser más que hombres: mesías, mártires, redentores. Quintero hace lo opuesto: se despoja de etiquetas, ideologías y misiones trascendentes. En su humildad hay grandeza: "Soy sencillamente un hombre". Esa palabra –sencillamente– resume toda una postura filosófica.

3. “Procura, al menos, que el mundo no lo cambie” – El hombre rebelde de Camus

Quintero admite que no puede cambiar al mundo, pero decide que el mundo no lo corrompa. Esta línea es clave: no se trata de resignación, sino de resistencia íntima. Camus definía al "hombre rebelde" como aquel que, aun en el sinsentido del mundo, se niega a traicionar su verdad. Quintero se rebela sin gritar, sin luchar con armas. Se rebela preservando su esencia, en un mundo que exige máscaras.

4. “Ni la gloria ni el poder” – Humildad como refugio

Mientras otros ambicionan aplausos y poder, Quintero lo rechaza. En esto hay un eco claro del absurdo camusiano: si todo es fugaz, si no hay redención definitiva, ¿qué sentido tiene buscar la gloria? El hombre libre es aquel que vive sin la obsesión de ser recordado, y que encuentra valor en su vivir honesto. La humildad de Quintero no es falsa modestia: es consciencia trágica.

5. “Soy lo que soy y sé lo que sé” – Autoafirmación en la incertidumbre

En esta línea, Jesús Quintero enuncia una verdad rotunda: no lo sabe todo, pero sabe lo que sabe. Y eso le basta. Frente al mundo que exige opiniones, certezas, ideologías, él responde con una afirmación serena y desnuda: "soy lo que soy". Para Camus, la dignidad del ser humano reside en su capacidad de estar de pie, incluso sin esperanza trascendente. El hombre absurdo no se explica la vida, pero tampoco se arrodilla ante ella. Vive, resiste, ama y afirma su ser.

6. “Estoy tan confundido como tú” – Comunión en la fragilidad

La línea final es tal vez la más bella. Jesús Quintero reconoce que no tiene respuestas, y en ese acto, nos iguala. No se sitúa arriba ni abajo, ni como sabio ni como guía. Simplemente, se sienta a nuestro lado en el banco del desconcierto humano. Esta fraternidad en la confusión es, paradójicamente, una de las formas más profundas de amor: “yo también estoy perdido, caminemos juntos”.

Conclusión

El monólogo de Jesús Quintero no pretende ser filosofía, pero es profundamente filosófico. Es un espejo de la postura camusiana: vivir sin certezas, resistir sin violencia, afirmar la dignidad del hombre sin adornos ni títulos. En un mundo saturado de ruido, Quintero habla en voz baja. Y en esa voz pausada, humilde y existencial, resuena una de las verdades más profundas:

Tú di: soy lo que soy. Y con eso, basta.